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Algo nuevo

 Imaginad un sistema económico y social basado en estos tres pilares:

  1. Definir unos derechos básicos y unos mínimos vitales, y asegurar activamente que todas las personas los tienen garantizados. Mediante una economía planificada, pero radicalmente democrática y transparente. Nada de aparatos burocráticos ni gran líder; que sea horizontal y distribuida. Y solo para estos mínimos.
  2. Medir el impacto ecológico de todo lo que hacemos, y asegurar, también activamente, que siempre nos mantenemos por debajo de lo que los ecosistemas pueden sostener indefinidamente.
  3. Para todo lo que esté por encima del mínimo, que consideraremos lujo, opcional pero deseable, una economía de mercado. Sin más intervención que la necesaria para asegurar los límites de los puntos 1 y 2, y también para impedir los monopolios, oligopolios, dumping, barreras artificiales, etc.
Todo ello apoyado en la investigación científica basada en la evidencia, la libertad de expresión y el pensamiento crítico, el conocimiento libre y también la consciencia y realización individual y el reconocimiento del valor de lo colectivo, la pertenencia y la cooperación como pilares indispensables de la felicidad personal.


Todas estas partes son imprescindibles. Si quitamos cualquiera, queda un sistema cojo que puede descompensarse y degradarse a la velocidad del desarrollo moderno. Pero el conjunto forma un paradigma nuevo, que toma lo bueno de todos los sistemas ensayados hasta ahora, y puede resultar atractivo para personas de todos los colores políticos y sociales. Unifica los derechos humanos y la lucha contra la catástrofe ecológica, con la capacidad de progreso e innovación, dirigida a aumentar el bienestar de las personas y no la acumulación de capital por sí misma.

Para conseguir el punto 1, serían necesarios mecanismos como:
  • Una Renta Básica Universal e Incondicional: una renta monetaria otorgada a todas las personas, individualmente e independientemente de con quién viva o en qué trabaje.
  • Unos servicios públicos que cubran las necesidades básicas universales (sanidad, educación, comunicación, investigación de base...) y aquellos sectores que forman monopolios naturales, como muchas infraestructuras. Gestionados de forma democrática y transparente.
  • Unos servicios asistenciales para cubrir solidariamente situaciones sociales particulares, como enfermedad, jubilación, situaciones de exclusión, etc.

Y para financiar todo esto, un sistema fiscal con dos partes:
  1. Una solidaria, en la que cada cual aporta proporcionalmente y sirve para cubrir los tres puntos anteriores.
  2. Otra compensatoria, en la que si una actividad tiene un impacto negativo sobre la justicia social o el equilibrio ecológico, se le grava con una cantidad destinada a compensarlo (y a desincentivarla en función de otras actividades más positivas). Pero si el impacto es tan fuerte que no se puede compensar, entonces la actividad debe ser prohibida. Si más adelante la innovación social o tecnológica permite reducirlo hasta un punto que sea compensable, entonces se puede permitir de nuevo.
Además, sería necesario librarnos del sistema monetario basado en deuda, para evitar la exigencia de crecimiento permanente para satisfacer los intereses. Hay muchos otros mecanismos estudiados, sería cuestión de elegir uno.

¿Suena a fantasía utópica? No tanto... al fin y al cabo todo esto son principios que ya son actualmente defendidos por mucha gente. Y hay movimientos internacionales que lo proponen como una teoría unificada:

Con miles de activistas, empresas y colectivos, y gobiernos municipales y hasta estatales, repartidos por todo el planeta.

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