Vamos pues con otro trocito de la historia. Este texto y alguno más los tenía ya en la cabeza desde hace tiempo, me faltaba ponerlos por escrito. Cuando los termine, ya empezaré a improvisar...
Uno de los puntos de inflexión en la trayectoria de la que hablaba el otro día fue cuando el ínclito Eleder me prestó ese libro que también mencioné en mi anterior texto: "Ortodoxia" de Chesterton. Era la primera vez que leía a este autor, y en seguida me gustó su estilo, apasionado y diría que hasta corrosivo, o al menos incisivo. Lo leí pronto, prestando atención a sus interesantes argumentos. Aunque no todos me convencían, encontré algunos brillantes.
Pero lo más interesante era el propio tema del libro. Está planteado como una especie de biografía intelectual, en la que el autor va haciendo un repaso por sus propias creencias, con la advertencia previa de que en su caso, esa serie de creencias le condujo a una revelación sorprendente: ¡todo ese conjunto coincide con el mensaje del cristianismo! Y más aún: ¡el cristianismo es una fuente de Verdad!
Cerca del final del libro hay un capítulo donde cuenta cómo tuvo lugar esa "iluminación". Algo fascinante para mí: un tipo inteligente, que no seguía ninguna doctrina concreta sino sólo sus propias conclusiones; casi un escéptico podría decirse, al estilo de los de la SAPC, en su época. Y de pronto va y se convierte en creyente, no engañado por algún embaucador, ni por inercia familiar, sino convencido por sus propias deducciones razonadas.
Confieso que, aunque seguí atentamente la descripción de sus pensamientos y argumentos, estaba impaciente por llegar a ese capítulo. Tenía la impresión de que al leerlo podría al fin responder a las dudas que mencionaba al final de mi texto anterior. Y diré que algo de miedo tenía también, al fin y al cabo había un buen lote de prejuicios anti cristianos en mi cabeza, y más de una y más de dos asociaciones oscuras, siniestras incluso. ¿Me convertiría yo también, pues? ¿Sería capaz de unir razón y fe, como aparentemente consiguió Chesterton?
Así que decidí dejar a un lado las dudas y atacar el capítulo. Dejar también los prejuicios. No quiero fiarme de ninguna autoridad previa, ni de un lado ni de otro. quiero ser yo quien extraiga mis propias conclusiones. Y lo leí.
¿Qué pasó entonces?
Voy a ser malo y cortar aquí. Por un lado, así me hago un poco el interesante y me creo que soy cachondo y todo, juajua. Por otro, ya está bien, es la 1 de la madrugada y mañana me levanto temprano, no sé qué hago aquí escribiendo... Pero esto se lo debía a Eleder desde entonces, y ya iba siendo hora de cumplir. Por tanto, cuando me conste que lo habéis leído (sobre todo él), pongo el final del cuento.
3 Comentarios
Olatz
Encantado de tenerte por aquí, Declan, me alegra que se abra el círculo de contertulios. Seguiré tu blog, en la medida en que el tiempo lo permita.
Estuve a punto de ir a la Tarwë, me dio pena no poder al final, fue únicamente por cuestiones logísticas. Y lo mismo con la quedada de Madrid. A ver si la próxima.