Entonces llegó la era de Thatcher y Reagan, que se caracterizó por el triunfo de la secta Neoliberal dentro de la Iglesia Capitalista, y, en consecuencia, por un aumento desbocado del fanatismo en la aplicación de los Mandamientos neoliberales: 1) eliminar toda restricción y control de los movimientos del capital; 2) redistribuir los ingresos de los pobres y clase media hacia los ricos. Como Robin Hood pero al revés: a los que tienen poco se le quita incluso ese poco para dárselo a los que tienen mucho, que son cada vez menos pero tienen cada vez más dinero.
El objetivo teórico es que así se incentiva a los que tienen el capital a que lo inviertan y generen más Producción, en su búsqueda de mayor Beneficio, y como la Producción es mágica y cuando aumenta resuelve todos los problemas humanos, pues ello debe ser bueno y suficiente. Pero, como decía antes, la teoría económica clásica ignora el concepto de sobreproducción, de que la gente tenga "suficiente" consumo y no quiera más. Además, al reducir la clase media, cada vez hay menos gente que pueda comprar. Pero los talibanes neoliberales no son capaces de reconocer esto, pues es herético, así que siguen insistiendo incluso hoy día en que hay que seguir apretando más y más (ver por ejemplo las declaraciones de la CEOE que siguen pidiendo abaratar el despido).
El resultado es que esta política no arregló la estanflación, que siguió prácticamente igual (aunque sí hizo que los pobres sean más pobres y los ricos más ricos, y los ricos y clase media más obligados a consumir cada vez más compulsivamente).
Había que intentar otra cosa.
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